viernes, 15 de agosto de 2008

Brutal Display of Power


Casi como un circo que copa una ciudad por unas horas, el Rockstar Energy Mayhem Festival se instaló en el Lakewood Amphitheatre de Atlanta, para descargar todo el poder de Slipknot y Disturbed, entre otros.

Tras casi 8 horas corridas de metal, queda una certeza: quiero más. Quiero otra vuelta, como si fuera una montaña rusa, de esas que sobran en USA. Y algo de eso tiene todo esto. Especie de circo nómade y kermesse que deambuló algunos meses por Estados Unidos, el Rockstar Energy Mayhem Festival es más que tres escenarios y un puñado de bandas.

Es un desfile incesante de personajes disfrazados para la ocasión; tatuajes, pelos locos, plataformas, algunas tachas, pogo, minitas que juegan a nenas fatales, bebida energizante XL, mucha bermuda...y mucha cerveza. MUCHA cerveza. Primer dato llamativo: todos escabian, pero no hay bardo de ninguna clase. En los puestos de merchandising (cada banda tiene el suyo, además del oficial del festival) se venden remeras y discos y se piden propinas con leyendas ácidas: "cada dólar mata un chico Emo. Kill ´em All" o "dame un dólar así quedo tan borracho como vos" Otro puesto le rinde cuentas a un jefe: "Propinas para Satán: dorgas, alcohol y todo lo que sea metal". Más allá otro cartel, esta vez oficial, advierte que el pogo y el mosh pit dentro del anfiteatro está prohibidos, pero algunos lo desafían. Una remera negra pasa a la carrera y sin lugar para eufemismos espeta "Fuckin´ Idiot", mientras George W. sonríe con su mejor cara de....bueno, presidente.

Si bien el género que predomina es el metal incandescente, hay un resquicio para el hard rock. Tras un encendido show de The Red Chord (una especie de Pantera, con un frontman agitador que viste un horrible joggin bordó), en el escenario de al lado enchufa Airbourne. Los australianos de estirpe AC/DC saben rockear y juntan una buena cantidad de gente ante un calor que roza los 30 grados. Media hora de acción es lo que tienen y la aprovechan. Joel O´Keefe, cantante y guitarra, brinda con Jagermeister y se baña con una lata de cerveza entera.

La lluvia aplaca un poco la temperatura y obliga al desplazamiento de gente. El escenario principal, ubicado bajo el techo del anfiteatro (los otros dos escenarios estaban al aire libre), recibe primero a los locales Mastodon (con su heavy progresivo y avasallador) y a Dragonforce (otra rareza, que escapa un poco a la dominante general), con su power metal épico de gran velocidad y, a veces un poco zonzo, más que nada por los movimientos de los músicos en escena.

Machine Head cierra la acción de los escenarios alternativos bajo el agua y a eso de las 21 llega el momento de Disturbed. Bajo el mando de David Draiman (cantante), caracterizado como Hannibal Lecter (mameluco, máscara, camilla y chaleco de fuerza ad hoc) la banda voló la cabeza de más de uno, incluido el que suscribe. Draiman es un vocalista versatil, aguerrido cuando quiere, pero sabe cantar. Recorre el escenario con paso y discurso de predicador, recuerda a las tropas instaladas en Irak y hace que todo el estadio coree "U-S-A, U-S-A, U-S-A". Un fenómeno de banda Disturbed que pagó con creces el valor del ticket.

A diferencia de la década del 70 cuando las primeras bandas de metal o hard rock imponían miedo y temor además de música, hoy en día es difícil lograr ese efecto. Ya casi no hay secretos sobre lo que pasa dentro de una banda y de quiénes son en realidad los que la integran. Aún así, el comienzo de Slipknot fue estremecedor. Como escapados de un asilo demencial, la banda gana el escenario convertidos en una horda de cretinos a la que se les aflojó el chaleco de fuerza.

Uno entra en silla de ruedas, otro arrastrándose, la batería se eleva, gruesas llamaradas afloran por detrás del escenario y un cantante feroz toma el frente enarbolando un fuck you bien puesto a toda la primera fila. Brutal y apabullante, durante una hora Slipknot destroza el lugar. Psycho Social, tema nuevo, hace esperar con ganas el próximo disco. El set concluye con la batería girando en el aire, bombas de estruendo y más llamaradas y la banda huyendo del escenario sembrando un poco más de caos, como al comienzo.

Pasaron las doce de la noche de un día muy largo. Mientras salimos del parking, atestado de coches y camionetas high level, voy pensando en dónde venderan el ticket que me permita dar otra vuelta.

Por Santiago ´Gallo´ Bluguermann.

4 comentarios:

LO*QUE*SEA dijo...

estaba esperando esta crónica, y cómo! valio la pena!

Lucas dijo...

Excelente cronica chabón, como siempre!!!

Es loco lo que pasa con al cuestion de que vendan cerveza en un lugar tan "Freak" y no haya bardo. Y teniendo en cuenta lo violenta que es la sociedad norteameriana, no?
Ojalá algun dia en Bs As podamos llegar a disfrutar de espectaculos de esa manera, sin temor a la violencia o a que se nos caiga el techo en cualquier momento.

Abrazo

Unknown dijo...

que ganas de ver Machine Head! comenta algo mas de la banda! salutes
H

Paute dijo...

Buena crónica! además me la pasaba mirando cada cosa que subían al blog de Cuál es?
Desde que Olmedo pasó Airbourne hace un mes aproximadamente no puedo dejar de escucharlos.
Running Wild y Ready to Rock no paran de sonar en mi compu.
Les agradezco la data.